lunes, 26 de noviembre de 2012



Por mera oposición al sabor del polvo en la boca que dejó la anterior entrada, fue invocada la imagen del fresco patio embaldosado donde reina la fuente de la media luna y la estrella traída por inmigrantes hasta la ciudad que creció cerca de la desembocadura del río grande de la Magdalena en el mar caribe. La luna y la estrella que antes eran diosas y luego fueron atrapadas como símbolo de una religión monoteísta... Un patio que empezó a saber y oler a café negro con cardamomo, a pesar del calor, porque en la cabeza del dibujante todo está mezclado como en la vidriera insolente de los cambalaches. 

La fuente original está en el patio cubierto del ala antigua del Hotel Majestic de Barranquilla.



sábado, 17 de noviembre de 2012


Entretanto, en otra esquina de la mente del dibujante, donde también todo ocurre de manera simultánea, otra ciudad es sepultada lentamente por la arenas del desierto y sus habitantes tratan de asegurar la alegría de estar vivos erigiendo enormes tanques de almacenamiento de agua potable y manteniendo  impecablemente libre de arena el monumento de la flor carmesí. La grúa de su puerto se instala frente al desierto a la espera de un improbable cargamento. El poeta mira hacer al desierto asomado a la ventana.

Ni modo, siempre aparecen ciudades en la libreta. Esta fue surgiendo mientras era cada vez más evidente que el trancón en la vía al aeropuerto me iba a hacer perder el vuelo Lima-Bogotá. Mientras el tiempo corría más rápido que las ruedas, por la ventanilla del taxi empezaron a pasar a distancias variables, lentamente, los enormes tanques cubiertos de polvo. Después, desde la ventanilla del avión que logré abordar en el último minuto, vi este paisaje desde las alturas y tuve la certidumbre de que el polvo finalmente se comería toda la ciudad. 


sábado, 3 de noviembre de 2012


Quince días tardó en avanzar hasta un poco más de la mitad de la tarea que se propuso cuando se cansó de pescar sin pescar barracudas, misma cuya sola idea  le pintó la sonrisa en el rostro y lo desentendió de los demás asuntos. Una tarea poética. Se concentró en describir en detalle con palabras nunca antes juntas el aroma de la flor carnívora a cuyo cuidado venía entregado hace años sin haberse percatado. Un aroma cambiante según el ciclo de la luna. Se puso abeja y las ristras de palabras fueron consignadas en una libreta secreta, con la caligrafía cuidada de las palabras muy meditadas.

La flor carnívora es recurrente en mis libretas. En esta doble página apareció de nuevo y jaló de la nariz a la gran nariz, cuyo garabato es menos frecuente. Atrajo también a la abeja. Los asuntos que debí atender por estos días explican el tamaño del lapso entre esta entrada y la anterior, y dieron  el tiempo suficiente al personaje para avanzar en su tarea poética.