viernes, 21 de diciembre de 2012


Claro es que el bichito es consumido por el amor no consumado. También que juega a hacerse el indiferente, mientras la luna que lo atrae, dispuestamente abierta, espera, pues sabe lo que tiene y tiene lo suyo y el bichito está perdido.




miércoles, 12 de diciembre de 2012

 



Sin venir a cuento, o relacionado de una manera que escapa a la obtusa inteligencia del narrador, en otra esquina de la mente del dibujante un balón rueda hacia la calle, al niño dueño del mismo se le paraliza el corazón, el conductor del viejo trasto desorbita los ojos y el pájaro semi doméstico que acompaña al niño y responde al nombre de Pi, 3 coma 1416, observa sin conectarse emocionalmente. Todas las fachadas miran indiferentes. ¿Terminará pinchado una cuadra adelante? ¿Sobrevivirá y seguirá viviendo su vida saltarina? No se sabe si habrá próximo capítulo.

Un recuerdo de infancia.




miércoles, 5 de diciembre de 2012




Y de pronto se sintió atravesado por el centro, una profunda punzada. Pensó que era el trabajo, las numerosas tablas con retazos de conversaciones transcritas, pero cuando observó con detenimiento el trinche, su colorida estructura y su ojo de cíclope, supo que era el amor. Entonces se dedicó a repasar y degustar su libreta secreta de cuidada caligrafía.

Realmente era el trabajo y el trinche debía ser perverso para reflejar el estado anímico del dibujante. Pero a la hora de la divagación del micropunta dentro del croquis del trinche, a la hora de la mano eligiendo de la caja de colores, fue adquiriendo otro carácter, peligroso pero casi deseable. Y entonces fue bonito que el difuso protagonista que ha ido surgiendo en estas notas resultara herido de amor.