miércoles, 1 de julio de 2015



De todos los relatos recientemente leídos o releídos en los tres cortazarianos tomos que atosigan mi mesa de noche desde casi el inicio del año, este de Las fases de Severo fue el que acabó por establecerse entre mis circunvoluciones y anfractuosidades para emerger en la libreta con su inquietante y desparpajada alusión a la muerte firmemente instalada en nuestra vidas.