martes, 22 de noviembre de 2016

 Instrumento de cuerda para la observación del mundo interior (entresijo) cuando se está en el espacio exterior.

Me recuerda el reloj de mi papá, por aquello de la cuerda


martes, 1 de noviembre de 2016

La sesera del escribano matachín se ha preñado con la historieta del perricornio volador. Piensa que será así: sale de su cabeza por una oreja, sobrevuela la ciudad fría y fisgonea la ventana donde la coleccionista de láminas abre tres frascos llenos de perfumadas y aladas palabras que se le clavan en el entresijo. Después cobra altura lentamente, trazando círculos en la columna de aire caliente que emana de los templos que venera. Luego sale de la ciudad y planea rasante sobre el campo de alfalfa donde apareció sorbido hasta los huesos el hombre que fue abducido por la flor golosa. Más lueguito para en la rosaleda y se alimenta masticando concienzudamente los pétalos como si los acariciara. Con la panza llena, emprende el largo vuelo hasta el lugar pacífico al borde del océano ídem, que más que un lugar geográfico es un remanso del espíritu festivo, donde tiene cita con Liz-Boa y se entrega a su estrecho abrazo que le hace crujir los huesos. Queda renovado... ¿Y después qué? El escribano matachín no sabe... además hay que dibujar mucho... o recortar y pegar... en fin.